domingo, 20 de noviembre de 2016

EL MONSTRUO ARTISTA


Erase una vez un monstruito llamado Pepe el patoso.  Porque cuando se caía siempre lo hacía en una témpera. ¿Y sabéis que pasaba? ¡Que pintaba las paredes, los espejos o incluso los abrigos de otra gente! Pero lo que no sabéis es que nunca hacía borratajos, sino que hacía flores u otras obras de arte. Por eso siempre sus padres le apuntaban a arte.

Fin

Irene Merino 4 A Primaria


sábado, 12 de noviembre de 2016


LLEGA LA NAVIDAD

Llega la navidad y todo el mundo está feliz, pero el día de Nochebuena, cuando Papá Noel tenía que venir no vino. Así que, nadie recibió sus regalos y todo el mundo se enfadó. Pero lo que no sabían es que Papá Noel no vino porque se quedó dormido y cuando se despertó vio que todos estaban pegándose, tirando cosas. Vamos, un desastre. 

Papá Noel tuvo que ir y decirles que no pudo ir porque se quedó dormido. Entonces todo el mundo se calmó y Papá Noel les dio los regalos a todos.

Fin
Unai Gómez

martes, 8 de noviembre de 2016

UNA CASA MÁGICA

Érase una vez, una bruja llamada Catamaldrina. Ella, tenía una casa mágica, que también estaba embrujada, como su cerebro. Catamaldrina tenía unas cosas muy raras en su casa; tenía una cama flotante, una mesa parlante, una silla cocinera, y sobre todo, el objeto que más la gustaba, que era la sartén que bailaba a todas horas. 
Catamaldrina no era una bruja como las demás. A ella, la gustaba mucho los dibujos animados, sobre todo, cuando sacaban baba de rana y el gato. 
Ella, siempre, siempre, siempre, antes de acostarse, se leía un cuentecito chiquitito. ¡La gustaba mucho leer!
Catamaldrina era muy tierna por dentro pero muy oscura por fuera; era una bruja muy feliz; os explico por qué.
Aunque no tuviera muchos amigos, era feliz porque tenía a su gato y una casa acogedora donde podía ver sus dibujos favoritos.
Era muy tierna porque siempre estaba ayudando al gato, le quería mucho, limpiaba sus caquitas, le daba de comer, le ponía su leche y le acariciaba antes de ir a dormir. Ella era buena, pero… nadie lo sabía.
Era oscura por fuera porque siempre iba vestida de negro, y además era negrita, como su gato.
Sus objetos hacían cosas raras, porque se la iban un poco de la mano las pociones…, aunque eso no tiene mucha importancia.
Por eso tenía una casa mágica. La cama flotaba mientras ella dormía, además, roncaba; y mucho.
La mesa, era su mejor amiga, porque estaban todo el día parlando. La silla, era la mejor chef que había tenido; cocinaba de maravilla.
La sartén que bailaba a todas horas era un poco desquiciante porque la tiró su jarrón preferido de tanto bailar, no se estaba quieta mientras la silla cocinaba, y se movía tanto que mareaba a todos. Pero a ella le encantaba como se movía.
Catamaldrina es responsable, respetuosa y simpática con sus cosas. La gustaba mover el trasero con su sartén favorita. ¡Un día hasta hicieron un concurso para ver quien bailaba mejor…… y empataron!
Otro día, Catamaldrina cogió la tosistinguis culitenguis, una enfermedad muy rara que te hacía estornudar todo el tiempo, echando muchos mocos y con los ojos muy rojos.
Como no tenía amigos y nadie la visitaba, sus objetos tuvieron que apañárselas para poder ayudarla.
Se les ocurrió acercarse hasta el pueblo, llamado Mariquiti, para ver si el médico la podía atender.
En el pueblo, no daban crédito, paseaban por las calles, ¡una cama flotante, una mesa parlante, una silla cocinera y una sartén que bailaba!!!
Cuando llegaron hasta la consulta del doctor Enderman, le explicaron lo que sucedía.
El médico se acercó hasta la casa mágica, con un poquito de mieditis… porque no sabía muy bien lo que se encontraría allí.
Después de unas horas, la pudo curar.
Catamaldrina, quiso agradecérselo y organizó una fiesta en su casa por todo lo alto, invitando al médico y a todas las personas del pueblo, para que la conociesen y quisieran ser sus amigos.
En el pueblo, quedaron encantados con Catamaldrina, porque celebró una fiesta genial y, gracias a la silla cocinera, todos se pusieron las botas, y con la mesa parlante y la sartén bailante, se lo pasaron divinamente. Y los niños más pequeños no se separaban de la cama flotante de Catamaldrina.

Y Colorín colorado, este cuento se ha acabado… o…. no?!

Firmado:
Sandra López Prieto