Pepe era un niño muy listo pero siempre tenía hambre.
Él quería ser cómo su profesor de Religión, pero sigamos con su enfermedad del hambre.
Un día, vio en un bar de su barrio un cartel.
Pepe le dijo a su padre:
-¿Podemos entrar en el bar?
-¡Si hijo, cómo no!- le contestó.
-Gracias papá- le dijo Pepe.
Pepe, entró y se encontró en el paraíso del chocolate. ¡Envidia, ehh!
Con lo que comió ese día nunca más volvió a comer entre horas.
Daniel Álvarez Villegas 5º