viernes, 22 de mayo de 2009

LA MÁQUINA SACACEREBROS

-Ahhhhhhhhhhh- grité.
Uy, no me he presentado. Me llamo Patrick, doctor Patrick. Ya como habéis visto soy un doctor pero médico no, sino como los cómics, el malo: doctor Arena, etc... . Yo soy muy amigo de Elpidio y Marcus, pero son mis contrincantes en inventos. Yo tengo una compinche, se llama Andrea Hernando. Ella es una charlatana, no para de hablar ni cuando está dormida. Yo estoy inventando una máquina saca cerebros. Ahora os explico cómo se me ocurrió:

-Despierta-dijo Andrea.

Me levantó a las 7 de la mañana porque se le había roto el sacapuntas. Yo le dije:

¿Por qué no te sacas el cerebro?

Y hay empezó todo. Ahora os lo cuento más detalladamente:

Después de lo de Andrea, me levanté y la dije que le iba a encerrar en su habitación una semana, pero tuve una idea mejor: sacarla el cerebro y meterlo en.... Pero.... ¿Cómo? Y entonces se me ocurrió lo de la maquina saca cerebros. Yo le dije a Andrea:

-Dame el sacapuntas, que te lo arreglo. Y como ella me lo dio, me fui a mi laboratorio, cerré la puerta y me eché en la cama.

* * *

-Ahhh, no me hagas cosquillas, no, no-soñaba Patrick.

Patrick ahora se acaba de despertar. Cuando se levantó, se fue a desayunar y se encontró con Andrea comiendo. Y yo la pregunté porque no estaba desayunando, y ella contestó:
-Si son las 2 en punto.

Y entonces fue cuando recordó que tenía que arreglar el sacapuntas y convertirlo en saca cerebros. Comió unos macarrones y se fue a su laboratorio. Después de un minuto y 24 horas Patrick salió de su laboratorio. Llevaba el mismo sacapuntas que le cogió a Andrea.

-Andrea, ven a mi laboratorio- le dijo.

Andrea siguió a Patrick hasta su laboratorio abrió la puerta y la tumbo en la cama. Saco de su cajón una inyección de anestesia y se la puso. Andrea se durmió rápidamente. Patrick cogió el saca cerebros y se preguntó por dónde empezar: ¡por la oreja!

Fue hacia Andrea, le metió el saca cerebros por la oreja. Estuvo 20 minutos sacando. Al final lo sacó y vio el cerebro de Andrea. Estuvo muchísimo tiempo arreglándolo, cuando terminó volvió hacia donde estaba Andrea y estuvo otros 20 minutos metiéndolo de nuevo. Ahora había que esperar a que despertara Andrea.

* * *

Después de 15 días, Andrea despertó.

Dijo que se sentía rara, cogió una pizarrita y empezó a hacer números raros. La había hecho superlista y así lea ayudaría a hacer experimentos malvados. ¿Podrán los niños policías meterlo en la als y cla?.

No os lo perdáis en: los niños policías 2 el misterio de la urna.
Julio Díez

BAMBI EN LA CIUDAD

En un frondoso bosque vivía un pequeño cervatillo con su madre. A veces subían a las montañas y desde allí contemplaban las luces de una lejana ciudad:
-¿Cómo es el mundo de los hombres, mami?
-Peligroso para nosotros, Bambi- respondió la cierva.
Pero los jovenes son curiosos. Una noche Bambi escapó, para ver aquel mundo de luces. Y en cuanto llegó a sus calles, le asustó el terrible bocinazo de un enorme camión que venía de frente: ¡¡¡Mooooc!!!....De puro milagro consiguió partarse el cervatillo, que corrió como loco por la acera entre la gente. Cuando un policía se lanzó sobre él para atraparle, Bambi se metió al galope en un restaurante, corriendo entre las mesas. Los sorprendidos clientes se caían de las sillas, volcando platos de sopa, botellas de vino,... Bambi resbalaba por aquel suelo encharcado y chocó contra un camarero gordinflón que traía una enorme bandeja de spaghetti: ¡¡Pouuuum!!...Los fideos volaron por todas partes. Bambi huyó al bosque y dijo:
- No volveré a la ciudad nunca.
Jaime Antolín

La PlayStation 3

Érase una vez Alfonso, un gran niño,que le gustaba mucho estudiar. Un día sus padres le dijeron:
-¡Felicidades! ¡Es tu cien número diez que has sacado en tus controles! ¡Vamos a comprarte la PlayStation 3! Dicen que es el sueño de todo niño.
Pero Alfonso dijo:
-¡No! ¡Me podéis comprar otra cosa! ¡Un libro, por ejemplo!
Su padre dijo:
-Lo siento, ya está encargada, pagada e incluso también hemos pagado gastos de envió.Y mañana vendrá, punto y se acabó.
Al día siguiente Alfonso no tenía deberes como casi todos los días.
Entonces dijo:
-Me aburro todos los días. Dije que no iba a jugar, pero por cinco minutos.
Alfonso empezó a jugar y jugó 5 minutos.
Al día siguiente cuando llegó a casa.
Alfonso dijo:
-Hoy también jugaré 5 minutos.
Se puso a jugar pero esta vez no jugó 5 minutos sino que jugó 30 minutos.
Entonces, a partir de ese día se puso a jugar. El siguiente día, al salir del cole, una hora.
Al siguiente, 2 horas y al siguiente se pasó 5 horas.
Un día, cuando fue al cole... control sorpresa.
Al terminar el control le solían decir un cero con un uno delante. Pero esta vez... un cero...¡PELADO!
su profesor gritó:
-¡Alfonso, qué te ha pasado!
Alfonso dijo:
-¡No estudié!
Al llegar a casa, guardó la PlayStation en un baúl y escondió la llave en un sitio en el que no se acordara.
Entonces nunca volvió a jugar.
Miguel Ángel Esteban

lunes, 18 de mayo de 2009

CHARLEY, UN HÉROE MUY CANINO

Un día en Nueva York, un perro llamado Charley se escapó de una empresa de armas, ya que era el perro guardián y no le gustaba nada ese sitio. Los guardias le perseguían pero Charley se cayó por un barranco. Los guardias creían que estaba muerto; pero no, cayó en una especie de agujero con una roca brillante y grande. Charley se acercó para echar un vistazo a esa roca, la tocó y se rompió así, dando un destello de luz azul con franjas rojas. A Charley le entró el pánico y se dio la vuelta corriendo como un poseso haciendo eses como un borracho. El destello se le iba acercando hasta que le cogió de la cola tragándole dentro de la roca, unos minutos después se despertó. Se puso de pie y dijo:

-¿Qué ha sido eso?... ¡Anda si puedo hablar como los humanos!- dijo entusiasmado.

Charley vio una torre altísima y se dirigió hacia ella, entonces Charley vio que estaba en la ciudad. La gente se quedaba mirándolo ya que caminaba de pie. Un hombre le cogió y le metió en una caja de cristal: era una perrera. Charley era pequeño, tenía solo un año y estaba muy asustado, ya que sus poderes no los podía utilizar porque no sabía. Unos días después se le acercó una niña llamada Lisie. Lisie dijo:
-Me llevo este perro es muy majo.

Charley le lamió la cara con cariño. Lisie le puso un collar sin nombre porque no lo sabía. Por la noche cuando estaban durmiendo Charley se acercó a Lisie:
-Hola- dijo Charley.

Lisie se despertó asustada y dijo:
-¿Cómo puedes hablar?

-Ya sé que los perros como yo no hablan, pero te contaré mi historia.

Charley le contó la historia desde el meteorito hasta ahora.

-¡Con que te llamas Charley, eh! Mañana te pondré la chapa con tu nombre vale.

Daniel González