-¿Qué ha sido eso?... ¡Anda si puedo hablar como los humanos!- dijo entusiasmado.
Charley vio una torre altísima y se dirigió hacia ella, entonces Charley vio que estaba en la ciudad. La gente se quedaba mirándolo ya que caminaba de pie. Un hombre le cogió y le metió en una caja de cristal: era una perrera. Charley era pequeño, tenía solo un año y estaba muy asustado, ya que sus poderes no los podía utilizar porque no sabía. Unos días después se le acercó una niña llamada Lisie. Lisie dijo:
-Me llevo este perro es muy majo.
Charley le lamió la cara con cariño. Lisie le puso un collar sin nombre porque no lo sabía. Por la noche cuando estaban durmiendo Charley se acercó a Lisie:
-Hola- dijo Charley.
Lisie se despertó asustada y dijo:
-¿Cómo puedes hablar?
-Ya sé que los perros como yo no hablan, pero te contaré mi historia.
Charley le contó la historia desde el meteorito hasta ahora.
-¡Con que te llamas Charley, eh! Mañana te pondré la chapa con tu nombre vale.
Daniel González
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