Había una vez, en un lugar muy lejano, un templo custodiado por espíritus indígenas. El jefe era alto, sucio y daba mucho ¡canguelo! Un día dos buscadores fueron a buscar el tesoro de oro. Pero decían que quien entraba en el templo no salía. No se les volvió a ver nunca más ni el pelo del bigote.
Héctor Vicente García 3º A
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