-Debo encontrar alguna casa antes de que llegue el otoño- pensaba.
La oruga no sabía qué hacer y se puso a pensar.
Mientras seguía pensando vio pasar a un caracol.
-¡Eso es! Construiré mi propia casa- se dijo.
La oruga buscó sin parar pero no encontró nada.
Hasta que de pronto encontró una cáscara de nuez y se la colocó sobre los hombros.
Desde entonces viaja con su cáscara de nuez a todas partes. Y en cuanto ve que alguien se acerca, se mete dentro para sentirse más segura.
María José
1 comentario:
Me encanta el cuento y el final mucho más
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