domingo, 4 de enero de 2009

LA CAMA

Era un día de verano, hacía mucho calor, estábamos por lo menos a casi 40 grados y hasta los peces del acuario tenían calor, y eso que estaban sumergidos en el agua. Nos fuimos a la piscina. Ana, Laura y David se metieron a la piscina al estilo “pato al agua”. Luego se comieron un helado y se fueron a los vestuarios.
Cuando entraron en casa, ¡puf! Un ruido enorme y ¿a que no sabéis qué era? Pues era el cabecero de la cama, que se había caído. Su padre, Miguel y Ana, intentaron arreglarlo para que al menos durara hasta el día siguiente.
Al día siguiente, se despertaron muy temprano, desayunaron y fueron de ferretería en ferretería. Como no encontraban ningún tornillo fueron a casa de su abuelo. Al final encontraron el tornillo, la tuerca y la arandela que necesitaban en casa del abuelo. Más tarde, exactamente después de comer fueron a intentar arreglar el cabecero de la cama. Bueno antes de empezar quitaron la almohada, los cojines, la mesilla de noche y ¡cómo no! el colchón. El somier fue lo último que quitaron.
Miguel y Ana quitaron los tornillos y Laura y David le ayudaron a empujar, depués de una hora consiguieron arreglarlo y ¡cómo no! después de un duro trabajo tocaba un descanso, pero antes de descansar tenían que poner el somier, el colchón, la almohada y los cojines y al final ¡cómo no!, el descanso. Se tomaron una Fanta de sabor a naranja, luego un bocadillo de salami y la cama ya estaba lista para irse a dormir.

Laia Díaz Fidalgo

1 comentario:

Emma dijo...

Laia me ha parecido... cómo decirlo...¡Muy caluroso! Está perfecto sólo un pequeño fallo repites mucho ¡cómo no!