lunes, 23 de marzo de 2009

¡QUIERO VOLAR!

Había una vez un pueblo llamado Complot. Allí sólo viven animales de aire y de agua. Un ave llamada Chiquita estaba incubando diez huevos. Tras cinco semanas incubando, cansada, sin moverse y sin ver el pueblo, se fue a pasear. Cuando volvió, ya habían nacido. Todos eran de color blanco con manchas verdes oscuras. Cuando pasaron Tres semanas todos sabían volar menos uno. Cuando iban a buscar comida, jugar, por más que su madre y la profesora de vuelo lo intentaban no lo conseguían. Hasta que un día, su hermano mayor, llamado Chico, le estuvo enseñando a volar. Después de dos meses, lo consiguió.

Cuando Chico se lo contó a su madre, le dio la mejor cama de palos y paja de Complot.

Lucía Alonso

UNA PELI DE VERDAD

Mi padre siempre decía que las películas son mentira y que cuando sale algo que da miedo no hay que creérselo porque no está pasando de verdad. Por eso cuando aquella tarde fuimos al cine a ver una peli de monstruos, yo no me asusté. Seguro que todo aquello era pura imaginación. Al empezar la película, llegaba a la Tierra una gran nave espacial y de ella bajaban unos seres con cabeza de lagarto, que invadían las ciudades. Pero yo no me asusté, porque papá había dicho que todo era mentira. Aquellos lagartos extraterrestres, le mordían a la gente en el cuello y se convertían en lagartos extraterrestres y mordían a otros humanos... Al final no quedaron hombres en el planeta Tierra: todos eran lagartos extraterrestres.
La película daba mucho miedo, pero a mí no, porque sabía lo que me había dicho papá: todo era mentira. Sin embargo, cuando acabó la peli , salimos a la calle y no había hombres, ni mujeres, ni niños: sólo verdes lagartos extraterrestres que nos miraban fijamente. Mi padre se fue huyendo despavorido. Yo no. Un lagarto me mordisqueó el cuello.
Ahora estoy buscando a mi padre. Tengo hambre. Quiero morderle el cuello. Mi madre me gritó diciéndome
que no viese películas de monstruos.
Jaime Antolín

Un castillo de cine

Había un castillo en lo alto de una montaña en donde nadie sabía que existía. Una vez, una niña llamada Ángela estuvo de excursión con el colegio a esa misma montaña, pero se separó de su grupo y se perdió. Entonces fue a buscarlo, pero se alejó más. Y vio el castillo a lo lejos. La niña estuvo media hora para pensar si ir o no ir. Ella decía:
-Si voy, a lo mejor, hay un malvado ogro como Shrek,pero más feo y malo, o también puede estar una princesa que me puede ayudar.
Ángela decidió ir, abrió la puerta y… ¡Era un cine con muchas salas! La niña entró en una de ellas que su titulo decía: “Sin Chan y el barco perdido”. Ángela entró y era como si estuviera allí dentro con Sin Chan. De repente Ángela cayó en el agua.
-Pero.. ¡qué efecto más chulo! Parece como si me estuviera mojando de verdad o…me he hecho pipi.
-Esto no es un efecto de cine, ni nada. Esto es un mar- dijo Sin Chan.
-Entonces, si esto es mar te puedo tocar y todo. Estoy dentro de la película.
Ángela estaba dentro de la película.

Ángela siguió a Sin Chan hasta el final de la película. Salió de ella y estuvo durmiendo del agotamiento. De repente algo siente en la mano, como un cosquilleo, se despertó y era una araña. Ángela se puso a temblar y a agitar la mano.
-¡EEEEEEEEEEEEEEEEHHH, PARA YAAAAAAA, QUE ME CAIGO Y ME MATO!- dijo la araña.
-Pero, ¡si puedes hablar!- dijo Ángela.
-Si puedo hablar. Me llamo Charlotte.
-Anda, como la tela de araña de Charlotte. Me gustó mucho esa película.
-¿Película? No soy una película.
Ángela se acordó de que el castillo era de cine y se podía entrar a las películas.
-Bueno, Charlotte, ¿quieres venir conmigo? Estoy espiando este castillo.
-Vale- dijo Charlotte entusiasmada.
Ángela y Charlotte subieron al último piso. Y vieron que la estructura estaba muy dañada hasta para derrumbarse de un momento a otro. Empezaron a oírse crujidos. bajaron al primer piso donde las salas. Estaba igual de dañado.
-Este castillo envejece muy rápido- dijo Ángela.
Empezaron a oír muchos golpes como si se cayera algo al suelo. Cada vez eran más fuertes hasta que vieron que el castillo se derrumbaba. Tuvieron que salir corriendo hasta la salida pero… la salida estaba tapada. Tuvieron que salir por la ventana. Pero estaba muy alta como para saltar.
-Puedo hacer mi tela- dijo Charlotte.
Empezó a hacer su tela y de repente: ¡PUM! explotó algo. Eran las máquinas reproductoras de cine. Todo estaba envuelto en llamas. Charlotte ya había terminado su tela. Ángela bajó corriendo por la tela muy resistente de Charlotte. Por fin llegaron abajo. Oyeron más explosiones hasta que el castillo explotó por los aires y lanzó a Ángela y a Charlotte unos pocos metros. Las dos salieron sin daños. Ángela y Charlotte se despidieron. Pero Charlotte ya no tenía hogar y Ángela le pidió que se quedara en su casa. Charlotte aceptó la invitación. De repente oyen unos gritos.
-¡Ángelaaa!
Ángela corrió hacia los gritos. Eran de los compañeros de clase. Ángela y Charlotte se fueron contentas a casa.

Daniel González

MI MOCHILA NUEVA

Querida Vicky:

El día 27 de Enero me compré una mochila nueva. A todos mis compañeros les gustó mucho. Mi mochila es así:

Es cuadrada por abajo y ovalada por arriba, es de loneta impermeabilizada, es grande y de color verde y morado. Tiene seis bolsillos, dos en la parte superior, que es donde guardo los libros, uno en la parte lateral, que es donde llevo el almuerzo y tres en la parte delantera, el grande lo utilizo para la agenda y los dos que quedan son un poco más pequeños, por eso los utilizo para mis…como decirte, ¡cosas de mujeres! La tengo decorada con tres llaveros, uno de Hello Kitty disfrazada del horóscopo “tauro”, otro de Winnie de Pooh disfrazado de hámster y otro de Piolín disfrazado de abeja. También tiene una chapa de “marca Sipecusa” color naranja y amarilla, como son las mariposas que decoran por todos los lados la mochila. Su carro y plataforma son de color verde. El carro sirve para tirar de la mochila y la plataforma para sujetarla. Delante de la plataforma hay dos frenos que sirven para que la mochila se sujete y se quede quieta. Detrás de estos hay dos ruedas que sirven para que ruede sin ningún problema.

Es la mochila que más me gusta de todas, ya que es verde y el verde es mi color preferido.

Andrea Requejo.

LA FUTURA DIOSA DE LA NATURALEZA

Esta es la historia de Ceres , la Diosa de la Naturaleza, y su hija Proserpina.
Ceres, había decidido enseñar a Proserpina como ser Diosa de la Naturaleza.
Un buen día le dijo a su hija:

-Hoy empezaré a enseñarte como ser una buena Diosa de la Naturaleza para cuando me sustituyas.
Proserpina rápidamente asintió con la cabeza.
-Lo primero que te enseñaré es cómo transformar una flor mustia en una flor viva y colorida, dijo Ceres.
Ceres movió su mano hacia arriba y la flor mustia fue cogiendo color y volviendo a la vida.
-Ahora hazlo tú, dijo Ceres a su hija.
Proserpina hizo lo mismo que su madre, y… ¡le salió a la primera!
Entonces Ceres levantó los brazos y todo el bosque cogió un color anaranjado y marrón, como en otoño.

Proserpina lo intentó pero no pudo, así que su madre le dijo:
-Tienes que poner más confianza y más entusiasmo.
Proserpina puso mucha confianza y lo consiguió. Ceres le dio la enhorabuena y le dijo que a continuación le enseñaría otra cosa. Le dijo que para ser Diosa de la Naturaleza hay que amar a los árboles y a los animales por encima de todas las demás cosas.
Fueron al bosque y vieron un pequeño cervatillo perdido y herido.
-Ahora con mis poderes curaré su herida y le ayudaré a buscar a su madre- dijo Ceres.
Ceres le enseñó como hacerlo y Proserpina, aunque tardó un poco más, al final lo consiguió.
-Muy bien, veo que te estás empeñando mucho con esto. Bueno, esto es lo último que te enseñaré para ser la diosa de la naturaleza. Tendrás que estar siempre alerta del día que es, porque cada día tienes que cambiar un poco la naturaleza
como por ejemplo: a finales del invierno ya tienes que dejar que salga el sol y haga calorcito o en la playa tiene que haber siempre una brisa húmeda pero a la vez calentita y sobre todo nunca juegues con el tiempo, por ejemplo no se te ocurra que nieve en un día caluroso de verano.
Proserpina entendió y memorizó todas las palabras de su madre y para que estuviera orgullosa de ella le hizo una demostración de cada enseñanza. Ceres vio que sería una buena diosa y muy responsable.
Pasaron los años y llegó el día que Proserpina la nombraron Di
osa de la Naturaleza. Ese día al decir las enseñanzas, Proserpina las dijo perfectas y al colocarle la Corona se le escapó una lágrima de emoción y a Ceres también. Desde aquel día Proserpina fue una excelente Diosa de la Naturaleza como su madre había querido.
Clara García

jueves, 12 de marzo de 2009

TRAVESURAS EN EL OCÉANO

Érase una vez en un lugar fuera de este planeta, en lo que todo lo imaginario existe realmente, donde viven las criaturas más fantásticas que, según los humanos, no existen. Entre estas criaturas están las sirenas. Las sirenas son criaturas que a mí me gustan mucho y, aunque se cuentan muchas historias sobre sirenas malvadas, a mí siempre me ha gustado pensar que son unas criaturas magníficas.
Una de esas sirenas es Lisa. Lisa es una sirena de cola violeta y pelo castaño claro. Lisa tiene como amiga a Eva, cuya cola es de color azul mar y su cabello rubio como el oro.
Lisa y Eva andaban siempre metidas en problemas por las travesuras que se les ocurrían, unas veces provocaban una especie de estampida de peces, otras despertaban a los tiburones. Pero lo que estoy a punto de contaros es muy distinto a lo demá.
Un buen día de verano, estas inseparables amigas nadaban cerca del palacio real. Allí el rey estaba hablando con los guardias sobre un tema bastante importante: la corona real.
La corona era un tesoro y debía ser protegida a toda costa, y ahora más que nunca porque hacía un tiempo había unos ladrones que iban de casa en casa y buscaban lo más valioso que hubiese. Entonces Lisa y Eva habían escuchado la charla y de repente entraron y se ofrecieron para cuidar de la corona. El rey puso muchas excusas pero las chicas prometieron estar siempre al cuidado de la corona y no perderla de vista ni un segundo.
Desde ese mismo momento no la perdieron de vista, pero tenían un problema: ese mismo día, un hombre les había dicho que era el prometido de la princesa Carmen y que exigía ver la corona de inmediato. Lógicamente ni Lisa ni Eva se lo creyeron. Ellas tenían la obligación de proteger la corona y no dejársela ver a nadie.
Al final del día, las amigas solicitaron una audiencia para hablar con el rey y le contaron lo que había ocurrido:
- Señor debemos hablarle sobre algo que ha ocurrido hoy.
-¿De qué se trata?
-Mire, hoy ha venido un señor diciendo: “Soy el prometido de la princesa, exijo ver la corona de inmediato”.
-Pero, no se la habéis dejado ver ¿verdad?
-¡Pues claro que no!
-Bien, así me gusta. Bueno, podéis marcharos.
-Gracias, Su Majestad.
Al día siguiente era su día libre y se fueron a dar una vuelta por ahí. Pero se acordaron de que tenían que preguntarle a la princesa Carmen cómo se llamaba su prometido para saber si era de fiar el hombre que habían conocido. Entonces se fueron a palacio para preguntárselo.
-Princesa Carmen, tenemos una pregunta para usted.
-¿De qué se trata?
-Es sobre su prometido.
-¿Mi prometido?
-Sí ¿Es que no lo sabía?
- Pues claro que lo sabía, lo que quiero decir es qué tiene que ver él en todo esto.
-Verá, Alteza, es que ayer recibimos la visita de un hombre que nos dijo ser su prometido y que exigía ver la corona de inmediato.
-En ese caso os lo diré: se llama Óscar.
-Gracias, Alteza.
A la mañana siguiente, cuando fueron a trabajar, ese hombre volvió, como era de esperar.
-Bien, jovencitas, dejadme ver la corona.
-Eso será si antes nos contesta a esta pregunta ¿Cómo se llama?
-Óscar.
Lisa y Eva se quedaron boquiabiertas de la sorpresa, pues resulta que era el prometido de la princesa.
-De acuerdo, le dejaremos pasar.
Después, cuando se fue el hombre, Lisa y Eva fueron a ver la corona y la horrible tragedia fue que no estaba.
-¡Seremos tontas! Cómo hemos podido dejar que ese hombre entrase ahí el solo- dijo Lisa.
-Ya ¿Y cómo vamos a decírselo al rey?- dijo Eva.
-Pues no tenemos muchas opciones, o se lo decimos al rey y nos mete en la mazmorra, o vamos a buscar la corona.
-Yo voto porque vayamos a buscarla.
Y así lo hicieron. Ellas sospechaban que el ladrón había ido a la cueva de las profundidades porque era el lugar más seguro para guardar un tesoro así.
Cuando llegaron allí, vieron que tenían razón: el hombre tenía la corona real pero la sorpresa fue, que tenía como guardianas a dos anguilas y, para colmo, a Eva le daban alergia las anguilas. Sólo Lisa podía luchar contra ellas. Y así lo hizo. Tras una dura batalla pudo deshacerse de esos dos animalillos.
Cuando ya habían acabado con las anguilas se tuvieron que enfrentar al malvado hombre que había robado la corona. Después de muchos coletazos y muchos golpes, consiguieron acabar con él.
Después fueron nadando a toda velocidad al palacio real y dejaron allí la corona y nadie supo jamás que la habían robado.

Laura Herrera Gómez

lunes, 9 de marzo de 2009

EL TESORO DEL JARDÍN

Había una vez tres niños: Jaime, Julio, Aarón. Estaban jugando en el jardín de su casa cuando encontraron un mapa. Parecía antiguo. Siguieron las pistas y encontraron un tesoro. Entonces dijo Julio:

-Este tesoro es mío.

Y Jaime contestó:

-No, el mapa lo hemos encontrado entre los tres.

Entonces Aarón dijo:

-Tengo una idea, vamos a echarlo a suertes.

Y los tres dijeron a la vez:

-¡Daniel! hemos encontrado un tesoro y todos lo queremos, así que échalo a suertes.

Al final Daniel lo echó a suertes y dijo:

-¡Bien gané!

Y Julio y Jaime se fueron rabiosos por no haber ganado, pero contentos porque se lo habían pasado genial buscando el tesoro.

Alfonso Gómez

Carta con sorpresa

Villaviva, 3 de Marzo
Querida Ana.
Cuando vine de viaje a Villaviva, pensaba que iba a ser el sitio más aburrido del mundo, pero me equivocaba. Cuando llegué, la gente me acogió a mí y a mi familia. ¡Me hice un montón de amigos! Un día jugando al baloncesto, se nos fue el balón por una cuesta muy inclinada, fui corriendo detrás de él, pero de repente, ¡puf!, me tropecé con una piedra y me caí. Vi un tipo de cueva escondida entre unos matorrales. Sin pensarlo ni una vez más entre, pero como estaba muy oscuro tuve que salir e ir a buscar una linterna. Fui a casa, me curaron una herida que me había hecho y cogí una linterna sin que nadie se diera cuenta. Luego, volví corriendo hacia la cueva, aparté los matorrales y me metí. Cuando enciendo la linterna, tenía una maravilla ante mis ojos, ¡una cueva prehistórica! Me acerco y miro hacia el techo, ¡había dibujadas unas pinturas prehistóricas!
Regresé a casa y se lo conté a mi familia. La noticia se extendió por todo el mundo y me hice famosa. Bueno, supongo que habrás visto los telediarios.
Muchos besos:

Laia

viernes, 6 de marzo de 2009

EL SEÑOR PIES GRANDES


Había una vez un señor que corría mucho, se llamaba Pies Grandes. Era un caminante sin camino: “no sabía a dónde iba”. No paraba de andar y correr. Por eso tenía los pies tan grandes y tan desarrollados.
Era muy fácil de reconocer porque siempre vestía así: con camiseta, pantalón y calcetines de color muy parecido al oro. En su mochilita de la cintura llevaba un cuaderno, un bolígrafo, unos prismáticos, unos carretes de fotos y, claro, con su cámara. Tenía muchas pecas en sus mejillas, unas gafas negras y sus ojos eran verdes.
Su guía hindú era Gandhi. Gandhi vestía un turbante blanco, un traje azul claro y unas sandalias, su chaqueta tenía muchos botones. Gandhi le estaba guiando al templo Taj Mahal.
De pronto, vio como un zapato de Pies Grandes se acercaba a una pequeña hormiga, que si no hacía algo iba a ser aplastada.
-¡Ehhhhhhhh! cuidado no la pises- dijo Gandhi que se agachó y la cogió entre sus manos.
-Mira qué bonita que es y cómo se mueve, hoy sólo es una pequeña hormiga pero, ¿quién sabe?, mañana puede ser una gran elefante o una niñita preciosa.
Pies Grandes se quedó sorprendido por lo que dijo a Gandhi que no entendía nada de lo dicho. Como Gandhi vio esa cara tan rara, le explicó que en la India creían en la reencarnación de cada ser vivo y por eso respetan a todos los animales por igual.
Diego Álamo

jueves, 5 de marzo de 2009

EL TESORO

Hace mucho tiempo, exáctamente veinte años, ocurrió una cosa. Había tres niñas jugando en el patio de su casa al voleibol. Esas tres niñas eran: Marta, Mireia y María. Su madre les dijo:

-Venga dejad de jugar al voleibol y jugad a otra cosa. De repente María dijo:

-¡Creo que he encontrado algo!

Marta y Mireia fueron a ver qué era, como no se sabía todavía muy bien siguieron excavando. Mireia exclamó:

- Es un tesoro.

Marta y María le ayudaron a sacarlo. Luego, cuando lo intentaron abrir no podían. Llamaron al padre de un amigo de Mireia. Se llamaba Mariano y era mecánico y él soldaba los coches; trajo el soldador e intentó abrir el cofre del tesoro y como no podía lo dejó para intentarlo abrir al día siguiente.

Todos se fueron a su casa. Por la noche... ¡puf!. Un ruido enorme Marta, Mireia y María se levantaron de sus camas. Cuando salieron al jardín, el cofre se había abierto y… ¿a que no sabéis qué había dentro del tesoro? Pues había libros que es el mejor tesoro del mundo porque tú eres el protagonista de la historia.

Laia Díaz

LOS NIÑOS POLICÍAS. PARTE 2º


... Elpidio. Elpidio era muy bajito, gordo y muy feo. Tenía una voz de pito, la cabeza cuadrada y las piernas cortas. Elpidio les preguntó:
-¿Qué hacéis aquí?
- Estábamos intentando encontrar al perro volador que se paseaba por las calles- habló Javier.
A continuación, cayó del techo una pared de plasma.
- Ja, ja, ja, ja, nunca me cogeréis- grito Elpidio.
Entonces Elpidio corrió hacia la nave de: CASO DE EMERGENCIA.
Nuestros amigos tuvieron que ver como Elpidio salía con su nave hacia un planeta que hay en este universo sin fin. Nuestros amigos desesperados buscaron algún botón para desactivar la pared y, buscando y buscando, encontraron uno que ponía: PARED DE PLASMA. Al pulsarlo, automáticamente se desactivó. Avanzaron y miraron el agujero que había hecho la nave de Elpidio. Ningún rastro suyo, nuestros amigos se apenaron muchísimo.
- Podemos llamar a la seguridad mágica y decirles que rastreen- se atrevió a decir Jaime.
- Eso, le decimos el tipo de nave que es y que rastreen sólo esos tipos de naves- dijo Marta.
- Pero hay un problema- dijo Beatriz.
- ¿Cuáááál?- dijeron todos a la vez.
- Que no sabemos ni el tipo ni la marca de la nave.
-Yo sí- dijo Miguel- es la marca Saona, del planeta Extradeque.
- Pues a llamar: 925 732 191.
Ring, ring, sonó al otro lado del hilo telefónico.
- ¿Quién es?- habló una voz grave.
- Somos los niños policías, queremos que rastreéis las naves de las marcas Saona. Una nave especial que hicieron.
Después de 5 minutos:..
- Aquí está, se dirige al planeta Extradeque, justo a donde está 8RS.
- Muchísimas gracias, agente.
Y partieron hacia el aeropuerto estelar de naves. Alquilaron una, y se dirigieron a Extradeque a la máxima velocidad que se permitía: 300m/s. Después de 30 minutos de viaje llegaron a Extradeque.
En el aeropuerto encontraron la nave tipo Saona en el CENTRO DE REPARACIONES SAONA. Y, de repente, salió Elpidio del baño y preguntó:
- ¿Está ya mi nave? la necesito pronto.
Y un hombre fuerte, que parecía que iba lo más rápido que podía le dijo:
- ¡Ahhhh, estará dentro de muy poco!.
- ¿Cuánto?
- 10 shona budas.
(En España eso son 60 minutos=1 hora).
- Yo lo quiero en 5 shona budas.
(Son 30 minutos. Y, ¿a que eso lo sabíais todos, eh? Es que no sé aún por qué lo hago, me tengo que retirar de ser narrador. Bueno, seguimos con el cuento)…
…Y Elpidio se metió en un extrataxi y se dirigió a la ciudad.
¿Podrán nuestros amigos capturar a Elpidio? O ¿Elpidio escapará y seguirá haciendo experimentos? Eso lo decides TÚ.

CONTINUARÁ...
2. Se escapan…