
Al principio
del bosque había una estatua de metal muy curiosa y esa estatua se cambió de
posición, después habló y dijo :
-Hola.
Amaya
respondió:
-Hola, cómo
te llamas-.
-Yo no tengo
nombre, soy una estatua de metal que conoce todo este bosque-.
Amaya le
contó su problema y fueron a buscar algo que relucía al fondo del bosque. Se
pusieron en camino. Unas serpientes les querían impedir que llegasen. Pero
ellos consiguieron pasar. Después unos gatos salvajes también les pusieron en
dificultades, pero las superaron.
Cuando
llegaron, vieron una pulsera dorada que resplandecía. Estaba en una urna de
cristal. Alrededor había flores de muchos tipos y animales. Así que fueron corriendo a por la pulsera. Cuando Amaya se la
puso se dio cuenta de que podía leer.
Cuando regresó
a su casa se puso a leer muchos libros y al siguiente día de clase sus
compañeros le preguntaron si sabía leer. Entonces cuando le tocó leer todos los
compañeros se sorprendieron porque Amaya sabía leer perfectamente.
Colorín
colorado este cuento se ha acabado.
Daniela de Castro 4ºB
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