viernes, 3 de febrero de 2012

Casimiro el duende

Andrea, una chica alta, guapa, simpática y agradable, se tropezó con una piedra:
-¡Ay!- menudo daño me he hecho.
Antes de levantarse se dio cuenta que no se había tropezado con una piedra era un duende:
-¿Pero cómo?- preguntó Andrea- Si los duendes no existen
-Claro que existimos, solo que no nos veis porque somos muy pequeños-contestó el duende.
-Por cierto, me llamo Casimiro ,el duende Casimiro.
-¿Te has hecho daño? Te voy a llevar a casa y allí te curo- habló Andrea.
Al llegar a casa, Andrea le pone en la cabeza una bolsa con hielo mientras Casimiro juega con un sonajero.
-Perdona, por las prisas  pero  me tengo que ir, mi madre me estará buscando. Así que adiós- afirmo Casimiro.
-Un momento... ¡Ya está! ¡Curado! ¡Adios!-dijo alegremente Andrea.
Irene de Blas

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